Me descubro sentada al borde la cama, apenas estrenado el día. Observo mis manos vacías, con la huella del tiempo, alguna cicatriz, muy diferentes de aquellas de hace más de una veintena. Me sonríe tu boca desde algún rincón del pasado, me sonrío. Las gatas me urgen a ponerles la comida, abrir la terraza, ronronean …
