Entre mi padre y yo siempre hubo un cigarrillo.

Vaya frase hermana, me has llevado a un lugar, un tiempo y aquel hogar que tú evocas y que sin ti, no habría sido.

Las imágenes de papá con el sempiterno cigarrillo encendido entre sus labios, pintaba, escribía, hablaba, reía y se callaba mientras leía, con el cigarro en los labios.

Sus gafas oscurecidas, posiblemente por el humo, en aquel salón de bellas vistas a la ría, ventilado y aireado con la brisa marina, el olor a brea y el sonido de las bocinas de los barcos que llegaban a puerto, tras la faena.

Me recuerdo con la cabeza ladea sobre la mesa, cuando el, enfermo ya, rebaja el número de cigarrillos y bromea con que no puede pronunciar la erre. En aquel último invierno.

Desaparecido el cigarro y desaparecido el padre. Tienes razón “ente mi padre y yo siempre hubo un cigarrillo”.

Una respuesta a «»

Replica a justogarciasoriano Cancelar la respuesta