
Ya en casa golpeó con rabia al espejo que no da tregua cuando mira con ternura a sus ojos que chapotean, una mañana más, en el dulce recuerdo.
Mientras, en el camino resuenan los susurros y los crujidos de las hojas caídas que pisotea con rabia, hasta que se derrumba al borde del sendero.
La chaqueta y botas no atemperan el frío, cuando el sol se esconde y la sonrisa huye.
Alguien le susurra “en pie, debes correr para entrar en calor”, pero ¿en que pliegue del tiempo, buscar el calor perdido?

Seguramente, cuando el sol se esconde y la sonrisa huye, no hay pliegue del tiempo que retenga el calor. Es una exquisitez de imagen.
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Así lo siento… un abrazo fuerte
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Gracias Justo, abrazo
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